Carta abierta a las autoridades universitarias
De un redactor freelancer al que no le pagan desde hace 9 meses
Actualización al 11 de junio de 2025
Amigos y gente solidaria:
Agradezco de corazón el interés y empatía por la situación planteada en esta carta, y por compartir y divulgar. Desgraciadamente, el caos estructural y la frecuente incompetencia burocrática de la UV (y de otras muchas instituciones) obligan a tomar acciones como esta, exhibiendo y denunciando para reclamar lo justo.
Afortunadamente, gracias a la viralización y la presión, a 20 días de publicada esta carta he recibido el pago de la totalidad del adeudo de 2024 y 2025. Ningún trabajador (mucho menos uno independiente) tendría que pasar por este tipo de situaciones. Lamentablemente no es así, somos muchos y la mayoría calla por miedo, coerciones, amenazas (he recibido varios mensajes de trabajadores de la UV contándome casos similares). Los invito a manifestarse por estos medios y los que cada quien tenga a mano, a seguir denunciando, a ventilar sus casos, a no callar. Los trabajadores independientes tenemos que luchar por mejorar nuestras condiciones de contratación y paga. Quienes tomamos la decisión, o nos vemos en la necesidad, de laborar fuera de las nóminas y estructuras verticalistas tenemos que recibir nuestro pago inmediatamente entregado nuestro trabajo, lejos de contrataciones abusivas y oscuras que ralentizan los recursos que necesitamos para llegar a fin de mes.
Agradezco también a la administradora del área de Difusión Cultural, cuya empatía y disposición aminoró la espera y me hizo recordar que, a pesar de los desastres burocráticos, todavía hay gente dispuesta a ayudar y agilizar estos engorrosos trámites.
Mi caso es uno entre muchos que evidencian la situación actual de nuestra Universidad, donde parece que las politiquerías, los burocratismos y las zalamerías tienen más peso que la educación, la cultura y los pagos dignos en tiempo y forma que la hacen posible.
Esta pequeña victoria individual es un testimonio de la fuerza de la denuncia pública, pero no marca el fin de la lucha. Sigamos alzando la voz por todos aquellos que aún no pueden hacerlo.
Respetables autoridades universitarias:
Ya son nueve meses que espero el pago por mis servicios profesionales como redactor de notas al programa de la Orquesta Sinfónica de Xalapa. Nueve meses es mucho tiempo, incluso para los burocráticos enredos de nuestra querida alma mater.
Como tantos xalapeños y adoptados xalapeños, crecí teniendole cierta fe a la UV: mis padres pasaron por sus aulas, mis tíos, primos, mi hermana y yo. Desde hace un cuarto de siglo que he sido parte del alumnado, primero como estudiante de un Diplomado en Informática, luego como estudiante de la Licenciatura en Informática, luego en Sociología, después una Maestría en Ciencias Sociales. He trabajado para la Especialización en Promoción de la Lectura junto con el entrañable melómano y amigo Guillermo Cuevas. Y en todo este tiempo no había visto tal nivel de dejadez y violencia laboral hacia mi persona.
La primera institución universitaria con la que me relacioné fue la Orquesta Sinfónica de Xalapa. Aún recuerdo la emoción infantil de mi grupo de la escuela primaria Enrique C. Rébsamen cuando la Orquesta fue a tocar para nosotros una mañana. Después vinieron los viernes de conciertos, primero por curiosidad, luego por pasión melómana. Desde la adolescencia comencé estudios particulares en Guitarra Clásica y escuchar a la Orquesta ampliaba considerablemente mis horizontes musicales. Recuerdo ojear y leer con atención las notas de los programas de mano, coleccionarlos como quien va juntando estampitas en un álbum. A veces los repasaba, tenía en mi cajón de adolescente a Bach, a Mozart, a Beethoven... a Ravel, a Debussy, a Stravinsky... a tantos otros. Jamás me imaginé que pudiera llegar a escribir ese tipo de textos, a ser continuador de una tradición local.
Poco antes de pandemia se dio la afortunada oportunidad. Me exigí mantener una calidad en la manufactura de las notas. Recuerdo el desánimo inicial cuando me indicaron la restricción de espacio, quería decir y contar tanto, dar cuenta no solo de mi melomanía algo atípica y diletante, sino de una visión personal de entender la música. Con la pandemia, al no existir programas impresos pero sí digitales pude escribir más. Investigar más a fondo, dedicarle un tiempo a esos textos que no dedicaba ni a mis ensayos académicos. Y creo que fueron mejorando porque comencé a recibir buenos comentarios, de mis maestros, de compañeros, de colegas, de lectores y escritores que respeto y admiro. Luego escribí en La Palabra y El Hombre una breve historia sobre esos textos, un ensayo que da cuenta de la importancia y la génesis de las notas al programa. Lo pueden consultar en el número doble dedicado a los 90 años de la OSX. También, por encargo del maestro Enrique Salmerón (por entonces encargado de un proyecto de libro de la Orquesta), seleccioné un buen número de notas al programa de mano de la Orquesta desde los años cuarenta a la fecha, indagué en archivos, seleccioné, prologué... ese trabajo quedó inédito. Luego el maestro Alfonso Colorado retomó el libro y me pidió participar, lo hice con un capítulo que honra a mis dos «noteros» favoritos, de cuyo estilo y melomanía me siento heredero: Juan Vicente Melo y Guillermo Cuevas. Al parecer, el capítulo gustó porque me contactaron del suplemento cultural Confabulario de El Universal para publicarlo como adelanto del libro, aquí lo pueden consultar.
He escrito decenas de notas al programa, he dado una , dos charlas previas al concierto, escrito un largo booklet para el disco de la Heroica de Beethoven, he impartido una ponencia virtual sobre el mismo tema de las notas al programa... en fin, que no solo llevo más de 6 años colaborando con la OSX, también me he dedicado a reflexionar y teorizar sobre el género textual que elaboro con pasión y dedicación.
No soy un improvisado ni un ajeno a la UV como para merecer este desplante y violencia laboral como freelancer. Ningún trabajador intelectual lo merece. Tal vez mi error haya sido no seguir los juegos sociales y las adulaciones que bien sabemos mueven y remueven los hilos de nuestras instituciones. Solo he intentado mantener el perfil bajo y hacer el trabajo lo mejor posible (lo pueden verificar en la página de la OSX, o en mi blog personal donde he compartido algunas de mis notas.
Les escribí hace cuatro meses y el mismo día recibí varias respuestas, disculpas, promesas... este es mi segundo y último correo al respecto. El más largo, el más personal. No acostumbro hacer estas cosas, se me llena la pluma de vergüenza. Pero nueve meses es mucho tiempo. Y las premuras económicas aprietan. Y quisiera no perder la poca fe que me queda hacia la UV.
Hace unas semanas vi a chicos acomodadores de Tlaqná leyendo mis notas al programa de mano y me emocioné. Me interesa llegar a ese público más que a ninguno, interesarlos por la música y sus múltiples conexiones con todo lo humano. El viernes pasado, al salir del concierto, abordé el camión que saca a muchos asistentes de Tlaqná, iba atiborrado de jóvenes contentos por la excelente velada musical, dirigida por una mujer, encantadora directora. Y escuché a dos chicos comentar el contenido de mis notas, casi se me sale una lágrima. Me gustaría mucho seguir colaborando y escribiendo para nuestro público, sobre todo el estudiantil (al que se supone se debe la Universidad), pero a como veo las cosas va estar muy complicado.
No entiendo por qué el retraso en el pago, ya firmé contratos, hice llamadas, mandé correos... tal vez solo falte suplicar (por lo justo y legal), mandar regalos, hacer de lamesuelas, practicar lo que tanto y tan terriblemente se ha enquistado en nuestra ciudad: el furtivo e innoble arte de la zalamería. No lo haré. Mando esta carta casi en tono menor, de despedida.
Seguiré esperando.
No encuentro las palabras idóneas para expresar el cúmulo de sentimientos e ideas que surgen al leer tan aberrante trato a un extraordinario melómano, hijo de la Universidad Veracruzana.
Soy abogada, con experiencia en la impartición de justicia adquirida como abogada postulante y como empleada del Poder Judicial, con dicho conocimiento puedo asegurar que estamos en presencia de un delito laboral, daño moral y violación de derechos humanos entre otros... por lo que ofrezco mi experiencia Sin costo alguno para proceder ante las Autoridades Judiciales si a bien tienes proceder.
Anímate, no tienes idea de la cantidad de fans que tienes y te apoyamos, pero principalmente que SÍ valoramos tu sapiencia.
Tengo más de 10 años laborando en la Universidad Veracruzana, y también estoy perdiendo la fe en la institución debido a sus malos manejos. Desde mis inicios decidí nunca participar en la zalamería que he visto en distintos niveles, pero a lo largo de esta gestión la he visto aumentar y ser requisito para avanzar. Como personal "eventual" te hacen firmar contratos cada seis meses y estoy seguro que ese tipo de contratación es ilegal porque realizamos año con año las mismas funciones y servicios de índole primordial para la Universidad (Lo cual constituye una violación a la Ley Federal del Trabajo). Por temor a perder el sustento durante cada "recontratación", muchas personas nos quedamos calladas. Nos hacen trabajar horas extras que no pagan porque "los trabajadores eventuales no tienen ese derecho" y con tal de seguir teniendo comida en la mesa, aceptamos. A principios de año me cansé, alcé la voz y exigí el pago de horas extras a mis jefas y me tacharon de conflictivo. Ahora ya no me asignan ninguna tarea fuera de mi horario para evitar el pago de horas extras (pago al que sí tenemos derecho) y estoy seguro que, cuándo llegue nuestra recontratación ilegal en junio, me la van a hacer cansada o van a intentar "prescindir" de mis servicios.