Diletante parresía

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El jazz de Julio Cortázar
Ensayos

El jazz de Julio Cortázar

La improvisación como método o cómo el jazz transforma narrativas.

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Axel Juárez
jun 20, 2025
∙ De pago
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El jazz de Julio Cortázar
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Ilustración: Manuel López Rocha y Lorena Ortega Rodríguez

A Julio Cortázar le tocó vivir un París de los años cincuenta y sesenta lleno de clubes de jazz y presentaciones de primer nivel. No es difícil imaginarse a un Cortázar noctámbulo, visitando varios de estos clubes, nutriéndose de una cantidad impresionante de sonidos, ritmos y armonías que inevitablemente interiorizará y dejará plasmados en sus relatos, en sus vericuetosas estructuras narrativas. ¿La exposición constante a una música como el jazz, en donde la improvisación y el ritmo tienen un valor capital, habrá tenido una influencia en su literatura? Yo creo que sí. En el jazz se valora muchísimo esa relación especial que los músicos mantienen con el ritmo, el hecho de saber llevarlo así como salirse de él. Eso que llaman swing. A diferencia de otras músicas, el jazz está centrado en la improvisación de melodías y ritmos, siempre sobre una estructura bien conocida por los músicos. Estas estructuras, generalmente armónicas, provienen de canciones o composiciones que se han vuelto populares y que forman parte del conocimiento compartido de los músicos de jazz. En este sentido, Cortázar, antes de escribir “El perseguidor” o Rayuela, había interiorizado una diversidad de géneros y estilos literarios. En “El perseguidor” se nota cierta ruptura respecto a otros cuentos de Cortázar, sobre todo en el tratamiento del personaje principal, ese Johnny Carter en el que se despliega una serie de características de Charlie Parker, uno de los ídolos del argentino. Johnny se vuelve un personaje-concepto, en él vuelca Cortázar, junto a su propio entendimiento del jazz, todo su virtuosismo lingüístico, conceptual y melomaniaco. Gracias a esto podemos dibujarnos muy bien no sólo al personaje sino también extraer una filosofía musical subyacente.

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Los relatos de Cortázar suenan a jazz. ¿Puede la literatura tener swing? ¿El vocabulario, la puntuación, el ritmo literario nos pueden transmitir algo parecido al ritmo musical? Compartir algo tan abstracto como el ritmo solo es posible en la música y la literatura mientras exista un dominio de las herramientas del oficio, de sus estructuras internas y construcciones sintácticas más profundas. En ambos casos, el uso amplio del idioma. De la exposición constante, interiorización y sensibilidad a un idioma como el musical, especialmente el del jazz, Cortázar retoma las herramientas cotidianas de esta música y las transporta a su literatura, insuflándola de swing, riffs, figuras melódicas, inesperados cambios armónicos y resoluciones elegantes. A lo largo de sus ensayos y entrevistas, Cortázar dejó claro sus convicciones en la relación música-literatura, especialmente con el jazz; entre el swing y el ritmo de sus cuentos. De hecho, el aspecto musical de su literatura era trabajado cuidadosamente, y era algo que exigía conservar en las traducciones de su obra. Entre la improvisación y la escritura automática que tanto promulgaban los escritores surrealistas podríamos decir que Cortázar llegó a prefigurar una personalísima teoría de la escritura, tomando en consideración los elementos técnicos e interpretativos que asimilaba del jazz. Para él la música clásica o culta se mueve dentro de una estética, mientras que el jazz lo hace dentro de una poética, convirtiendo esto a la música en un producto musical y al jazz en un producto poético. Además de su construcción jazzística, poética, los personajes de Cortázar constantemente se nutren y relacionan con el jazz, desde la relación crítico musical y artista, que encarnan Bruno y Johnny Carter en “El perseguidor”, hasta las acaloradas discusiones del Club de la Serpiente en Rayuela, sin menospreciar las excelentes crónicas de conciertos de Louis Armstrong o Thelonious Monk

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