
«Camotal» es una alegoría visual que explora las complejas dinámicas de poder y cultura surgidas de la conquista europea de América. La obra entreteje símbolos de dominio, resistencia y mestizaje en un tapiz rico en significados. Tres figuras centrales encarnan los poderes coloniales de Inglaterra, Francia y Estados Unidos, montados sobre una bestia con máscara africana, simbolizando la subyugación de dos continentes. La presencia de la Iglesia, representada por un ave coronada con una cruz, alude a la imposición religiosa sobre las culturas mesoamericanas. El juego de miradas entre un personaje a la izquierda y una figura femenina emergiendo del maíz sugiere la tensión entre la tradición indígena y la influencia europea. La obra no solo retrata el choque de civilizaciones, también evoca la resistencia y la supervivencia cultural, simbolizadas por el animal que muestra los dientes ante los poderes coloniales, cuestionando así las narrativas históricas establecidas sobre la conquista y el mestizaje. A través de esta intrincada composición, La riqueza simbólica y la complejidad visual de la pieza reflejan la multifacética naturaleza de la historia latinoamericana, invitando al espectador a desentrañar capas de significado y a cuestionar las narrativas establecidas sobre la conquista y sus repercusiones en la actual configuración sociocultural de América Latina. La yuxtaposición de elementos europeos, africanos e indígenas en la obra no solo ilustra el proceso de mestizaje, sino que también pone de relieve las tensiones y contradicciones inherentes a este encuentro de mundos.








El título «Camotal» evoca un son jarocho tradicional, cuya versada resuena profundamente con los temas de esta litografía. Así como en los versos del son se lamenta la pérdida de un camotal por diversas amenazas («por no saberlo cuidar / se lo ha comido la iguana»), la pieza bien podría retratar la lucha de las culturas originarias por preservar su identidad frente a fuerzas externas. El estribillo «camotes y más camotes / calabacita, chilacayote» evoca la riqueza y diversidad de la tierra americana, mientras que versos como «naranja dulce, limón partido / dame un abrazo que yo te pido» resuenan en el mestizaje y la fusión cultural representados en la pieza. La yuxtaposición de imágenes alegres y sombrías en el coro («dile a María que no se acueste / vino la muerte y se la llevó») resuena en la tensión visual de la obra entre dominación y resistencia.